por Luis Casanova
I Am the Pretty Thing That Lives in the House (2016). Guión y dirección de Osgood Perkins. Thriller, Terror. 87 minutos.
Esta producción de Netflix, cuyo título parece sacado de un album de Panic! At The Disco, se quedó en su día a medio camino entre una película de terror y un extraño cine de autor. Juega con un terror muy pasivo que logra mantener la tensión hasta llegar al clímax para, finalmente, golpearte como si recibieras un martillazo en el pulmón derecho. El guión no es sorprendente, ni original. Se trata de una simple historia de fantasmas muy bien llevada. Emula la sensación de terror que tenemos cuando no estamos seguros de lo que vemos u oímos, ya sea por culpa de la ansiedad o por el nerviosismo que nos invade al dar luz verde a nuestra imaginación en esos momentos.
El gran contra es que esa pasividad, utilizada a modo de herramienta para generar tensión, termina generando pesadez e, incluso, apatía. No sé si es un aspecto intencionado de la película para ganar impulso en los momentos de tensión, pero desde luego no esperéis acción ni grandes diálogos. Nuestra actitud con ella debería ser similar a la que adoptamos frente a un cuadro en un museo, observarla e intentar quedarnos en sus detalles. Porque si no nos atrapa, pasamos a la siguiente obra.