Crítica de Birdman (o la Inesperada Virtud de la Ignorancia)

por Mario Gómez

Hoy en día, en un mundo en el que somos constantemente bombardeados con información sobre cada producto cultural que ve la luz (ya sea a modo de campañas de marketing, comentarios y recomendaciones de amigos, críticas como ésta…) es cada vez más difícil encontrar una obra que realmente satisfaga nuestras hipertrofiadas expectativas. Sí, el hype es el gran enemigo de todo producto que no logra alcanzar el imaginario listón trazado por un público (más o menos) exigente. Mucho se ha hablado de Birdman, la última película del director mexicano Alejandro González Iñarritu. Galardonada con cuatro premios de la Academia, entre los cuales figura el de Mejor Película, creo que no me equivoco si asumo que la conoces o alguien te ha hablado de ella y ha generado en ti un interés sobre esta película. ¿Sobrevivirá a tales ilusiones? Ahora lo veremos.

Birdman nos cuenta la historia de Riggan Thompson, un actor de Hollywood que tras interpretar el papel protagonista en una trilogía de «blockbusters palomiteros» de superhéroes (su personaje, Birdman, es al que el título de la película hace alusión) fue desvaneciéndose en el mundo de Hollywood hasta perder gran parte de su relevancia como actor. Riggan, que ya peina canas, intenta recuperar ese estatus e incluso alcanzar uno más elevado adaptando y protagonizando una obra de teatro llamada What We Talk About When We Talk About Love. Mientras intenta sacar adelante esta obra teatral, Riggan deberá lidiar con multitud de inconvenientes: desde discusiones domésticas con una hija que no le muestra el respeto que él cree que merece hasta un actor estrella excéntrico y problemático que dificulta el buen desarrollo de los ensayos.

Sin embargo, aunque el argumento de Birdman puede resumirse de esa manera, la obra de Iñarritu va mucho más allá. La premisa es un mero vehículo que el guionista utiliza para transmitir un mensaje (varios mensajes en realidad) sobre el que vale la pena reflexionar, y quedarse en el «Birdman» sería sólo arañar la superficie de «La Inesperada Virtud de la Ignorancia«. Sí, el título da una pista al espectador sobre lo que puede esperar de esta película: no sólo nos cuenta la historia de Birdman y Riggan, sino que apela al Birdman que tenemos dentro de todos nosotros, nos hace conocer y aceptar a esa vocecilla que nos habla de nuestros sueños de grandeza y que nos dice que debemos dejar nuestra huella en el mundo. Descubrir cuál es «la virtud de la ignorancia» os lo dejamos a vosotros. El «mensaje oculto» de Birdman va asomando en escenas como aquella en la que vemos a Sam (Emma Stone) haciendo marcas con bolígrafo en un rollo de papel, o en cómo la vida de Riggan se ve reflejada en sus diálogos de la obra teatral («No existo. Ni siquiera estoy aquí»).

Todos hemos oído la voz de nuestro propio «Birdman» alguna vez.

 ¿Crees que no basta con eso? No te preocupes, porque Birdman toca muchos más temas de actualidad como el éxito para muchos injustificado de las películas de acción, el elitismo presente en los medios de comunicación y las obras culturales consideradas por gran parte del público como «más elevadas» o el esfuerzo y la ambición (a veces desmesurada) detrás de este tipo de obras. Todo ello presente en una escala de grises que invita a la reflexión en lugar de mostrar un blanco y negro, o «esto es bueno y esto es malo». Esta serie de elementos conforma un grandísimo trabajo de escritura que convierte Birdman en un referente de narrativa cinematográfica.

Pero hablemos del trabajo de los actores. Aunque hay muchas caras conocidas en Birdman, la mayor parte del peso interpretativo recae en el trío que forman Michael Keaton (Batman, Beetlejuice), Emma Stone (Zombieland, The Amazing Spider-Man) y Edward Norton (American History X, The Fight Club). Suyos son los personajes con más minutos en pantalla y los que más intensamente expresan sus emociones y pensamientos. Poco que decir sobre el trabajo de estos actores salvo que es digno de ver. No sólo consiguen transmitir de forma magistral sus papeles al espectador (la ambición y la ansiedad de Riggan, la rabia de Sam, el orgullo de Mike), sino que además lo hacen en ocasiones protagonizando escenas endiabladamente largas, algunas con monólogos y diálogos de varios minutos de duración sin cortes, lo cual siempre es digno de elogio.

El elenco de actores, inmejorable.

¿Hemos dicho escenas largas? Pues sí, Birdman está rodada de principio a fin en un falso plano secuencia del que seguramente habréis oído hablar. No es algo que jamás se haya hecho o que suponga una revolución en el mundo del cine, pero el dinamismo que aporta al ritmo narrativo y el exquisito gusto con el que cada corte está elegido (si os esforzáis un poco pillaréis cómo lo hace Iñarritu para cortar cada escena) es garantía de éxito. Esta forma vertiginosa de seguir la acción acompañando a cada personaje de un lugar a otro, jugando con los planos de forma brillante (el monólogo de Sam dirigido a su padre, todo un ejemplo de uso del primer plano para crear tensión y expectación en el espectador), unida a una sobresaliente noción de cómo componer cada plano y ordenar los elementos que lo conforman es lo que le ha valido a Birdman un merecidísimo Oscar a la Mejor Fotografía, así como a Iñarritu al Mejor Director.

Y ¿qué decir de la música? La banda sonora de Birdman está compuesta sobre todo de largas piezas de percusión en forma de batería que varía el ritmo y la fiereza de sus notas según el momento que atraviesa la película (incluso a veces el batería se manifiesta físicamente, en mitad de la calle o dentro del teatro de Riggan por poner dos ejemplos). Perfecta acompañante del buen uso de las cámaras y los diálogos, podemos ver incluso una escena en la que dos personajes discuten y la percusión que suena de fondo se convierte poco a poco en una «base» que cambia según habla uno u otro personaje, cual si de una batalla de rap se tratase.

Así quedará tu cara tras ver «Birdman».

Son estos pequeños detalles los que terminan de convertir Birdman en una de las mejores obras cinematográficas que hemos visto en los últimos años, en términos estéticos, formales y narrativos. Cuesta ver algo negativo o mal concebido en el trabajo de Iñarritu. Puede que la premisa de la película no te convenza porque creas que Riggan no es un personaje con quien empatizar, o que el plano secuencia te resulte abrumador (por poner algún ejemplo), pero en cualquier caso estos factores no constituyen errores, sino decisiones de producción que, a fin de cuentas, si gustan o no es algo subjetivo, pero su calidad es innegable.

Nota final: 10/10

Curiosidades

– Michael Keaton, como Riggan, triunfó con películas de superhéroes en los años 90 (en este caso dos de Batman) y ha estado desde entonces bastante «desaparecido». También vuelve a estar en el candelero con Birdman, tal como Riggan lo estuviera con What We Talk About When We Talk About Love, llegando incluso a estar nominado al Premio de la Academia al Mejor Actor.

– La escena de Times Square fue rodada sin cortar las calles y con muy pocos extras debido al escaso presupuesto de la película. Para evitar que los transeúntes arruinasen la toma, la dirección usó una banda de tamborileros para alejar las miradas de Keaton y el equipo de rodaje.

– No sólo Keaton, sino gran parte del reparto ha trabajado anteriormente en películas de acción o superheroicas: Emma Stone en The Amazing Spider-Man, Edward Norton en The Incredible Hulk o Naomi Watts en King Kong.